jueves, 13 de noviembre de 2014

Temas y...brincos diera

La semana pasada aprovechando que fue a realizar un trámite publicitario a las oficinas de nuestro periódico, la entrañable Yolanda Alemán pasó a mi oficina acompañada de una amiga que ha vivido en Londres y que gusta de visitar La Paz y es amiga cercana de Jorge Eloy, ese genial caricaturista trotamundos que no se por qué diablos no está haciendo lo que bien, requetebién diría yo, sabe hacer: caricatura política.
Por cierto al ver sobre mi escritorio un libro que me obsequió ese día, con todo y dedicatoria mi pariente el senador Arturo Zamora Jiménez, la amiga de Yoli dijo que lo había conocido cuando ella se desempeñó como fotógrafa de un diario de Guadalajara, Jalisco y que es un político preparado y de trato accesible.
En la plática, Yolanda a quien conozco de hace 3 décadas, hizo un comentario que me pareció exagerado, pues le dijo a su amiga que le agradaba platicar conmigo porque soy ¡un hombre culto! que leo mucho y que puedo abordar muchos temas.
¿Un hombre culto? ¡Brincos diera yo!
Nunca, desde luego me ha asumido como tal y no tengo ni siquiera el 1 por ciento de méritos o conocimientos que tiene un hombre culto.
Tal vez, el término correcto para este humilde servidor, sería el de un hombre informado.
Me gusta la lectura, sí y he leído cientos de libros –obviamente no llevo la cuenta- pero desearía que fueran miles y la verdad es que el tiempo no es suficiente para lograrlo y menos, cuando ya estoy en el umbral de mi otoño.
Además, cada vez que leo acerca de la biografía de un personaje de la literatura, vivo o muerto, siento que los conocimientos que he adquirido en estas casi 6 décadas de vida, no son nada y que son tan modestos que no puedo, ni debo, participar en foros de discusión de las ideas porque, honestamente, tengo mucha ignorancia.
Por ello, en más de una ocasión he pensado que si me fuera dado pedir un deseo para seguir existiendo en este mundo más allá del plazo de vida que cada uno de nosotros tenemos estipulado, me gustaría poder aprender, aprender y aprender todo el tiempo.
Pero eso es imposible, aun en esta época en que el ser humano desafía a la muerte con los adelantos tecnológicos en los campos de la medicina que permiten la prolongación de la vida, porque tarde que temprano “hay que colgar los tenis”.
Como dice el gran poeta español don Antonio Gamoneda en aquello de que hay un frío que nos va envolviendo con el tiempo, a todos los seres humanos:
“Es el frío progresivo y, por tanto, permanente que proporciona el natural conocimiento de que estoy acercándome a mi desaparición. Se van los seres queridos, los amigos y te quedas cada vez más solo, más frío. La envoltura cálida que te daba la vida se va enfriando”.
Finalmente, debo reconocer que tampoco soy un buen comunicador, pero hago el esfuerzo por lograrlo.
Y, al menos, me reconforta cuando escucho expresiones como me la que me confío la compañera reportera  de esta casa editora, Ana Guízar, dos días antes de que me visitara Yolanda Alemán:
“Lo manda saludar mi mami y me dijo que le diga que ella es su fan, que le gusta mucho leerlo”.
Desde luego, esa generosidad inmerecida me conmueve pero al mismo tiempo, me preocupa, porque me obliga a seguir superándome en esa búsqueda interminable de poder conectar bien con las lectoras y lectores de Temas y sucesos.
De hacerlos pensar y no imponerlos lo que yo pienso.
Y si no lo logro, pues que el pueblo os lo demande.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx



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