jueves, 19 de junio de 2014

Temas y...!qué ironía¡

Ironías de la vida:
A Gustavo García Márquez, hermano del mítico recién fallecido Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, le pasó algo similar a lo que le sucede al personaje principal de la novela El coronel no tiene quien le escriba: nunca le llegó la pensión que el gobierno le había prometido.
Pareciera que la ficción novelística del famosísimo escritor colombiano, se hubiera convertido en realidad en el caso de su consanguíneo, Gustavo.
Según una información que circuló días antes de que el premio Nobel colombiano falleciera en la capital del país, su hermano Gustavo murió el pasado domingo 9 de marzo sin que recibiera la pensión que su familia le había pedido al gobierno de Colombia, según narró la viuda de quien se desempeñó como diplomático.
La señora Lilia Travecedo, ahora viuda de Gustavo García Márquez, dijo que su marido había enfermado cuando se desempeñaba como cónsul de Colombia en la ciudad venezolana de Barquisimeto y por ello, ante recomendación médica, tuvieron que regresar a Barranquilla, Colombia donde tenían su residencia familiar.
Ante esa crítica situación, la familia del exdiplomático solicitó una pensión al gobierno, pero este la negó y a cambio ofreció una indemnización que la viuda rechazó.
Creyendo en que, finalmente, el gobierno colombiano reaccionaría y le otorgaría la pensión, esta nunca llegó, pero sí la muerte de Gustavo, el 9 de marzo del 2014.
Y aunque en la trama novelística de El coronel no tiene quien le escribe, el personaje central, no muere, sí se queda esperando una pensión que debía otorgarle Aureliano Buendía, quien es uno de los protagonistas centrales en Cien años de soledad, obra cumbre del genial escritor colombiano, la que por cierto escribió ya viviendo en la ciudad de México.
Desconozco si Gabriel García Márquez se enteró de lo de la negativa a la pensión que reclamara la viuda de su hermano porque la última vez que se vieron, según citó la señora Lilia a un diario colombiano, fue en 2003 cuando el premio Nobel viajó a Cartagena de Indias y estuvo de visita en la casa de su consanguíneo.
En El coronel no tiene quien le escriba, el personaje central, de quien nunca se sabe su nombre porque no se cita, era un hombre muy pobre que vivía con su mujer y su hijo, quien era muy aficionado a las peleas de gallos y quien, curiosamente, es asesinado cuando repartía propaganda subversiva en un escenario donde se realizaban aquellos espectáculos con aves de combate.
Precisamente, los magros recursos económicos que percibían el coronel y su mujer, eran los que les daba su hijo, pero al morir este, el panorama familiar se ensombreció pues  aunque un gallo de pelea que les dejó de herencia bien podría significarles ingresos, pero hasta dentro de algunos meses, ello obligó a que el septuagenario militar solicitara una pensión por los años que en su juventud había trabajado para Aureliano Buendía, durante la llamada Guerra de los Mil días.
Por ello, todos los viernes y durante más de 15 años, bajaba a la oficina de Correos del pueblo, para preguntar si no le había llegado una carta en la que viniera la respuesta a su ansiada solicitud de pensión y miraba con ansias el arribo de navíos esperando que en uno de ellos llegara tan valioso documento.
La novela El coronel no tiene quien le escriba, que salió a la venta en 1961, la llevó al cine, el controvertido cineasta Arturo Ripstein en 1999 y en ella hace el papel protagónico, el genial Fernando Luján.
Seguro estoy que cuando Gabriel García Márquez hizo la citada novela, nunca se imaginó que años después, uno de sus hermanos viviría una situación casi igual que el coronel, al que nunca le escribieron y mucho menos, le otorgaron su pensión.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx


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