martes, 13 de mayo de 2014

Temas y...la justicia social

Nuestra llamada Carta Magna, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala claramente que todos los habitantes de este país, tenemos derecho a una vivienda digna.
Eso está muy bien.
Pero creo que debería agregársele a ese precepto constitucional que, además de tener derecho a una vivienda digna y decorosa, tenemos derecho a que esta no sea tan onerosa para nuestra economía familiar.
Entiendo que una casa adquirida vía financiamiento bancario debe ser un buen negocio para el vendedor, pero en el caso del Infonavit y del Fovisste que son instituciones del gobierno federal, deberían ser menos costosas.
Y no hablo del valor en sí que tenga la vivienda al momento de comprarse, sino de lo que al final del periodo para el que se adquiere el compromiso del crédito hipotecario, tendrá la misma.
Es obvio que para entonces el bien inmueble tendrá un valor distinto al adquirido, pero a lo que me refiero es a que no represente para los beneficiarios de los créditos hipotecarios, el estar pagando y pagando dos o tres veces el valor de lo adquirido.
No tengo idea de cuántos beneficiarios de créditos de las instituciones oficiales que promueven créditos hipotecarios de parte del gobierno, han perdido sus viviendas, precisamente porque se les dificultó pagarlas, aun cuando en la mayoría de los casos, ya habían liquidado el costo real de las mismas.
Ramón N,  es un empleado que a veces ni duerme por estar pensando en cómo conseguir la mensualidad que tiene que entregar a un despacho de abogados que le cobran por el crédito que le otorgó el Infonavit hace ya casi 20 años aquí en La Paz.
Las cosas se le complicaron porque su patrón con el que trabajó todo ese tiempo, no pagó las cuotas obrero-patronales y las aportaciones que debía hacer para amortiguar el crédito otorgado.
Lo peor es que con la crisis del 2008, ese patrón como muchos otros, se fue a la quiebra de su negocio y Ramón se quedó sin trabajo y a una edad en la que las puertas de la oportunidad de empleo no se abren por más que uno las toque y trate hasta de derribarlas.
Daniel N, compró una casa allá en la periferia del DF y dice que en el 2001 cuando la adquirió la costó 240 mil pesos. Doce años después, es decir en 2013, luego de haber pagado 298 mil pesos, todavía debía 297 mil pesos.
Insisto: es entendible que los que construyen casas y las vendan vía financiamiento, ganen dinero, pues los recursos con los que se fondean provienen de instituciones bancarias que a su vez tienen que pagarle intereses a sus clientes que guardan su dinero en sus arcas.
Pero en lo que considero debía haber un trato más justo, es en lograr que el adquirir una vivienda de interés social para un modesto obrero, no le signifique estar endeudado de por vida y a veces hasta la muerte.
Nuestros representantes en el Congreso de la Unión deberían pugnar por encontrar esquemas crediticios más adecuados que den margen a los beneficiarios de los créditos hipotecarios a que puedan pagar a tiempo pero no cantidades que suelen cobrar aquellos agiotistas que se dedican a prestar dinero.
Si las ciudadanas y ciudadanos de este país tenemos derecho a contar con una vivienda digna y decorosa pues entonces hagamos que se cumpla ese derecho constitucional.
¿No cree usted?
La lectura es vida, lo demás, es lo de menos...hzr@prodigy.net.mx
P:D: cuando redactaba la columna, leí que EPN anunció un programa de viviendas con pagos de 500 pesos mensuales. Bueno, pero hay que ayudar también a los otros…



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