¿Cómo darle el pésame
a un padre orgulloso de su hijo o hija, cuando fallece de manera trágica y en
plenitud de su existencia?
¿Cómo decirle lo
siento a un abuelo orgulloso también de su nieto, sin que la voz se quiebre? Son
dilemas a los que uno no quisiera enfrentarse nunca.
Pero hay
momentos en que no pueden evadirse.
Como sucedió con
el sentido deceso de Daniel Moska Morales, hijo de Daniel Moska Arreola, hijo a
su vez de Daniel Moska Masaki.
Hace apenas unos
meses, fui testigo de lo orgulloso que se sentía Daniel II, quien es director
general del Campus Santa Fe del Tecnológico de Monterrey, de su vástago, quien
había nacido después de Yoli su hija mayor.
A sus escasos 17
años, se perfilaba como un joven profesionista a graduarse con honores, pues
heredó la inteligencia de su padre y de su abuelo.
Así me le dijo
personalmente Daniel II cuando por estas fechas el año pasado, visitó esta
ciudad para que sus hijos disfrutaran del espectáculo de la ballena gris y conocieran
el lugar donde él pasó su niñez y adolescencia, Ciudad Constitución.
Daniel III
falleció un día antes de que feneciera el 2013, año trágico para muchos de nosotros,
cuando visitaba a sus abuelos allá en Guadalajara, Jalisco, donde ahora residen
don Daniel y doña Delia, su esposa que lo acompañó en la presidencia del DIF de
Comondú, cuando él fue presidente municipal a mediados de la década de los
70´s.
Apenas el pasado 20 de mayo del año próximo pasado escribí en este
espacio, entre otras cosas lo siguiente: “…Quién pensaría que Daniel, aquel
jovencito rubio que destacaba por su inteligencia desde que asistía al jardín
de niños “Cleotilde González” de Ciudad Constitución, llegaría a donde ha
llegado en el campo educativo mexicano. ¡Que los jóvenes de ahora, sigan su
ejemplo!”.
Finalmente, reproduzco parte del texto de una columna que escribí hace
poco más de dos años y que podría reconfortar a los Danieles en su pena:
“La historia
cuenta que hace tiempo un hombre castigó a su hija de 5 años por desperdiciar
un rollo de papel dorado para regalos. Estaban muy mal de dinero y se molestó
mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo
del árbol de Navidad.
Sin embargo, la
mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita con el papel dorado envuelta, a
su padre, diciendo: ´Esto es para ti, Papá´.
El padre se
sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su
molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo
en tono molesto:
´¿No sabe usted
señorita que cuando uno da un regalo debe haber algo en el paquete?´
La niña
enjugando las lágrimas le dijo:
´Pero papi, no
está vacía le puse besitos ¡hasta que se llenó´!
El padre
entonces, conmovido, tomó en brazos a la niña y pidió que le perdonara su
horrible manera de proceder.
Un tiempo
después, un accidente se llevó la vida de la niña y el padre conservó la cajita
dorada junto a su cama por el resto de su vida.
Cuando se siente
solo y desanimado mete su mano a la cajita y saca un beso imaginario de ella...”.
La lectura es
vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx
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