martes, 7 de enero de 2014

Temas y...mi sentido pésame

¿Cómo darle el pésame a un padre orgulloso de su hijo o hija, cuando fallece de manera trágica y en plenitud de su existencia?
¿Cómo decirle lo siento a un abuelo orgulloso también de su nieto, sin que la voz se quiebre? Son dilemas a los que uno no quisiera enfrentarse nunca.
Pero hay momentos en que no pueden evadirse.
Como sucedió con el sentido deceso de Daniel Moska Morales, hijo de Daniel Moska Arreola, hijo a su vez de Daniel Moska Masaki.
Hace apenas unos meses, fui testigo de lo orgulloso que se sentía Daniel II, quien es director general del Campus Santa Fe del Tecnológico de Monterrey, de su vástago, quien había nacido después de Yoli su hija mayor.
A sus escasos 17 años, se perfilaba como un joven profesionista a graduarse con honores, pues heredó la inteligencia de su padre y de su abuelo.
Así me le dijo personalmente Daniel II cuando por estas fechas el año pasado, visitó esta ciudad para que sus hijos disfrutaran del espectáculo de la ballena gris y conocieran el lugar donde él pasó su niñez y adolescencia, Ciudad Constitución.
Daniel III falleció un día antes de que feneciera el 2013, año trágico para muchos de nosotros, cuando visitaba a sus abuelos allá en Guadalajara, Jalisco, donde ahora residen don Daniel y doña Delia, su esposa que lo acompañó en la presidencia del DIF de Comondú, cuando él fue presidente municipal a mediados de la década de los 70´s.
Apenas el pasado 20 de mayo del año próximo pasado escribí en este espacio, entre otras cosas lo siguiente: “…Quién pensaría que Daniel, aquel jovencito rubio que destacaba por su inteligencia desde que asistía al jardín de niños “Cleotilde González” de Ciudad Constitución, llegaría a donde ha llegado en el campo educativo mexicano. ¡Que los jóvenes de ahora, sigan su ejemplo!”.
Finalmente, reproduzco parte del texto de una columna que escribí hace poco más de dos años y que podría reconfortar a los Danieles en su pena:
“La historia cuenta que hace tiempo un hombre castigó a su hija de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para regalos. Estaban muy mal de dinero y se molestó mucho cuando la niña pegó todo el papel dorado en una cajita que puso debajo del árbol de Navidad.
Sin embargo, la mañana de Navidad, la niña le trajo la cajita con el papel dorado envuelta, a su padre, diciendo: ´Esto es para ti, Papá´.
El padre se sintió avergonzado por haberse molestado tanto la noche anterior, pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la caja estaba vacía y le dijo en tono molesto:
´¿No sabe usted señorita que cuando uno da un regalo debe haber algo en el paquete?´
La niña enjugando las lágrimas le dijo:
´Pero papi, no está vacía le puse besitos ¡hasta que se llenó´!
El padre entonces, conmovido, tomó en brazos a la niña y pidió que le perdonara su horrible manera de proceder.
Un tiempo después, un accidente se llevó la vida de la niña y el padre conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida.
Cuando se siente solo y desanimado mete su mano a la cajita y saca un beso imaginario de ella...”.
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx



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