jueves, 10 de marzo de 2011

Temas y...la soberbia política

Cuando tengas el poder, ejércelo pensando en el día que ya no lo tendrás.
Esta máxima política a pesar de encerrar una gran verdad, poco la ponen en práctica nuestros gobernantes.
El poder marea.
El poder corrompe.
El poder absoluto, corrompe absolutamente.
El poder vuelve diferentes a los seres humanos.
Los hace sentirse superiores al resto de los mortales.
Los hace sentirse blindados contra todo y contra todos.
A lo largo de estos años de ejercer el periodismo político, he visto cómo muchos hombres se transforman cuando llegan al poder y se olvidan fácilmente que este es temporal.
Eso sucede no sólo con el Presidente de este país, sino con los gobernadores y los presidentes municipales.
Hay políticos que se vuelven soberbios, olvidando que la soberbia irrita a los dioses.
Pierden el equilibrio olvidando que este, es el sentido más indispensable para ellos.
Se buscan enemigos en su camino, sin pensar que serán el fardo que limite su ascenso y olvidando que los más enconados enemigos de hoy pueden ser mañana amigos o viceversa.
Revise usted lo sucedido en las pasadas campañas políticas.
Enemigos al parecer irreconciliables, terminaron sentados en torno a una mesa buscando el clásico plato de lentejas.
Doblando la cerviz y haciendo caravanas.
Muchos políticos que he visto encumbrarse de la noche a la mañana también los he visto precipitarse al vacío y algunos jamás han logrado rehacerse.
Por eso, lo mejor es que se actúe siempre con sentido común, buscando más que nada cumplir fielmente con la encomienda que se tiene en los cargos públicos, principalmente en aquellos en que se detenta un poder.
Los políticos son poderosos por trienios o sexenios.
Algunos logran extender su poderío más allá de esos espacios de tiempo, pero al final pierden ese poderío.
Los casos extremos de un Gonzalo N. Santos, un Leobardo Reynoso y tantos otros hombres poderosos que forman parte del folclore político de México, ya no se repiten.
Ahora, se tiene que servir realmente al pueblo.
Es el verdadero patrón de los políticos.
Pero aquí suele operar en sentido inverso.
Los ciudadanos parecemos sus esclavos.
Los servidores públicos, que eso son en realidad y no funcionarios, se sienten dioses y
poderosos.
Ejerciendo precisamente el poder pensando, como dice la frase que inicia este tema, en el día en que ya no lo tendrán.
Muchos que lo tuvieron, hoy lo he visto pulular en busca de un empleo que los rescate de su miserable existencia.
Cuando fueron poderosos, también fueron soberbios.
Cuando tenían el poder, se elevaron a las alturas.
Hoy cuando ya no son nada, tendrán la oportunidad de reflexionar y llegar a la conclusión de que si no viven para servir, no sirven para vivir...
La lectura es vida, lo demás…es lo de menos…hzr@prodigy.net.mx

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